lunes, 23 de noviembre de 2009

AMERO NO OLVIDA SUS 25 MIL MUERTO DESPUES DE 23 AÑOS





Hace 23 años todo un pueblo colombiano fue borrado del mapa. El 13 de noviembre de 1985, una erupción del Nevado del Ruiz arrasó con Armero, uno de los municipios más prósperos del Tolima.
Eran aproximadamente a las 11:30 de la noche cuando una avalancha del río Lagunilla, ocasionada por la erupción del cráter Arenas del volcán nevado del Ruiz, borró del mapa a la población de Armero, dejando un trágico saldo de cerca de 25.000 muertos, 20.611 damnificados y heridos, muchos de ellos mutilados y gravemente afectados psicológicamente.
Hoy el sitio, es un gigantesco campo santo, en lo que se llama El Playón de Armero.Lo que se dijo después, fue que la tragedia se pudo evitar, porque desde octubre de 1984 se había advertido de una eventual erupción.Hoy en día, la mayoría de los habitantes de Armero se han ubicado en zonas del sur de Bogotá o en Guayabal y Lérida, dos municipios aledaños a la tragedia.
En 1986, el papa Juan Pablo II visitó la zona y arrodillado frente a una cruz gigantesca levantada en el centro de lo que quedaba de Armero, oró por las víctimas de la tragedia.


La niña Omayra Sánchez, se convirtió en un símbolo de la tragedia.
Esta adolescente de Armero, de 13 años de edad, quedó atrapada entre los escombros, agonizó durante sesenta horas en el fango y murió finalmente víctima de la gangrena gaseosa.
Durante el tiempo que sobrevivió habló con periodistas y socorristas y constantemente envió un mensaje de fe y esperanza.
La catástrofe puso en evidencia, por un lado, la falta de prevención de las autoridades colombianas -el volcán ya venía dando muestras cada vez más frecuentes de una posible erupción desde octubre de 1984- y por otro lado, la escasa preparación de los servicios de socorro de Colombia, que ante el desastre, reaccionaron con una lentitud exasperante. El caso de Omayra Sánchez (una adolescente de 13 años, que sobrevivió a la avalancha, pero quedó atrapada en la laguna que se formó, con los pies aprisionados en los escombros y la mayor parte del cuerpo sumergido bajo el agua, hasta que murió, tras 60 horas de agonía, a causa de un infarto) se convirtió en el más claro ejemplo de la ineptitud de los socorristas colombianos.

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